Welcome to Paradise

Sigo con esta gira amistoso-laboral que me trae loca. Arriba y abajo, voy y vengo. Los “ya que vas” y demás aconteceres imprevisibles. El exilio del exilio. Sé que no soy la única, vamos todos como vamos… En el fondo me gusta este ir y venir, este no saber muy bien qué pasará la próxima semana. Sobre todo si allá donde paro (o donde me mandan) me queda un rato para el café-caña-tapa improvisada. Y para engancharme a nuevas aplicaciones informáticas en las noches de desvelo. Ahora es Spotify, otra radio de Internet (ojal-a, no se si será la definitiva, pero de momento…). Hembra Beta, si vuelves a las ondas blogosféricas te invito.

Tengo el brazo izquierdo socarrado de asomarlo por la ventanilla. Un principio de moreno al más puro estilo camionero. Las manos hinchadas de la calor, y los dedos igual que morcilletas. Necesito un paréntesis. ¿Pozeamos ja? Quedamos en La Foz. Redistribución de furgonetas. Entre mudanzas de hogar y de pensamiento, tenemos poco tiempo. El camino esta lleno de florecillas. Qué bien huele, a tomillo. La perreta. Y, por fin, el Paraíso. Para los que ya lo conocéis, no hace falta decir más. Para los que no, limpieza interior y exterior, moreno integral, solecito, vistas incomparables y grata compañía, eso siempre. Queda inaugurada la temporada estival de nuestro Paraíso.

Batería cargada, ok. Últimamente me ha dado por pensar entre carreteras y caminos, mira que me cunde… Dejo la mente volar y empiezo a divisar el horizonte de esta segunda vuelta por la que circulo. Las sombras ya clarean, y múltiples opciones se abren a mi paso. Si todos se empeñan, volveré a los 25. Con todas sus consecuencias. Y más cosas. Como me dice M, el caso es estar entretenida.

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