Mi primera experiencia como panadera ha resultado un poco desastrosa. He decidido obviar la fotografía para no herir sensibilidades. Simplemente diré que ni tiene forma de pan, ni una miga esponjosa, ni sube, ni baja, ni nada que se le parezca. Seguiré intentándolo. Pero las plantas de la mesa de la oficina que adquirimos en el mercadillo la semana pasada las tengo preciosas, oiga.
Conclusiones:
- Pasar más de doce horas seguidas en un callejón puede ser contraproducente.
- Si la masa de pan no es lo mío, siempre me puedo dedicar a la floristería.
- Quizá como azafata del “Un, dos, tres” también pueda tener futuro.