A veces

A veces
alguien te propone volver a presidir un campamento de faranduleros
alguien te da un archivador repleto de listados, justificaciones y decretos
y te preguntas cuanto tiempo llevas sin hacer esto, pero porqué no hacerlo
y avanzas serena y con paso firme, a pesar de estar deshaciéndote por dentro,
y acabas con un sarpullido por todo el cuerpo que parece ser psicosomático. Ains.

A veces
Goya, Beethoven y Cervantes se aúnan y te arrancan una sonrisa que torna en carcajada de mediodía
Sonsi te invita a merendar en la parroquia mientras te manda a tomar por el culo
y tú te abanicas mientras cotilleas en el cine de verano bajo un bonito cielo estrellado en un pueblo maravilloso, coronado por una muralla de muros rojizos, de castillos históricos, pero con trazos oscuros.

A veces
te montas en la nave de los Little Einsteins, y conduces sin temor, por el cielo
o te embarcas en una lectura paisajística con Zipi y Zape sin ácido acetilsalicílico
o conduces una ambulancia que va recogiendo adolescentes con indicios de travestismo
o te montas un consultorio sentimental, al estilo Pitonisa Lola, con un jarrón que siempre tiene flores frescas y un botijo para afrontar los malos tragos.
Y te mueves despacio, como en el slow, mientras improvisas o haces el payaso, caracterizado para poder recitar los versos más tristes de esta noche, a lo lejos.

A veces
Pepi, Luci, Boom, otras chicas del montón y el tipo de mantenimiento se convierten en tus amigos porque los amigos de mis amigas son mis amigos
porque ha llegado mi hora y voy a morir, hermano, en Burdeos
porque tengo algo importante que decirte, esta vez sí, mientras él le hace los primeros auxilios a una gorra roja
porque el duodécimo día hacemos catacroquer simultáneo a pesar de seguir siendo unos nocherniegos.
Porque para un rato, una rata.

A veces
echo de menos un sofá, como Cptán, donde tumbarme al terminar el día para desconectar del mundo, tras vestirme la bata de andar por casa, en lugar de dormir en el barco de Chanquete
echo de más los días que nunca acaban y se juntan con las noches como un sinfín de momentos inconexos que acaban teniendo una razón lógica
y me compensan las risas compartidas, las miradas de asentimiento cuando le hablas al gran o pequeño grupo, como si creyeran que tienes la razón a pesar de que en un rato te la estarán pegando otra vez, los agradecimientos de aquí o allá, los “te quiero” y los grandes momentos que pasarán a ser buenos recuerdos.

A veces
sólo a veces gran amor.

CONTACTA

Puedes enviar un correo electrónico y nos pondremos en contacto lo antes posible.

Enviando

© 2024 Carmen Laín | subeaminube.pro

Inicia Sesión con tu Usuario y Contraseña

¿Olvidó sus datos?