Astenia

El invierno fue relajado, aunque de no mucho letargo. Todo el que te permite no tener que palear la chapaleta jacetana por las mañanas para poder mover tu coche. Y sin nieblas que te obliguen a conducir a cuarenta por una comarcal sin líneas. Ha estado bien, y todo. Aunque admito haber estado algo densa.

Pero, ay! Llegó la ansiada primavera. Con su festejo viveril y su primer paseo primaveral con las chicas de María de Juerga. Llegaron las alergias, los catarros y las pasas estomacales. Y el ir de aquí para allá, de misión en misión. Los compromisos sociales, el café-caña-tapa improvisado y las terrazas (para los que no las odien). Los trabajitos de campo, las rutas y paseos a lo Pantoja. El aparentar que estás en cuatro cosas a la vez, y realmente costarte esfuerzo centrarte sólo en una. El fin de semana deportivo y el fin de semana “de deporte”. Se barrunta formar un equipo de voley ball femenino, no encuentro mejor nombre que “Equipo Ja” para semejante despropósito. Es tiempo de astenia, así que habrá que empezar a desprenderse de lo acumulado durante el invierno.

Yo he optado, así sin quererlo, por enviar mi móvil al limbo de las portabilidades. Si consigo que me localicen los del taller, recuperaré el faro izquierdo de mi coche. Y si encima pudiera multiplicarme, llegaría airosa a mis objetivos semanales. Está complicado. Así que ando algo desubicada. Pero ya me encontraré. O no. Seguiremos informando.

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